sábado, 18 de septiembre de 2010

Chabuca Granda, mis hijos y yo...


Hoy participé en el FESTIVAL CLARO 2010 en la categoría de música criolla con mi canción “LIMA”. Y algo raro, nuevo y mágico ocurrió dentro de mí…

Les contaré desde el comienzo para que sepan a qué me refiero… Nunca me sentí conmovido por el estilo criollo, la música criolla generalmente no me tocaba pero cuando escuché a Chabuca Granda conecté. Esto se convirtió en un enamoramiento y admiración por su obra, que descubrí un poco tarde, pero que me cautivo al punto de volverme un ferviente estudioso de su vida y de sus canciones. Por esos días no podía dejar de escuchar y cantar en mi mente: “Rio de vino”, “Barco ciego”, “Gallo Camarón”, “El fusil del poeta”, “Gracia”, “Las flores buenas de Javier”, “Paso de vencedores”, “Para cantar”, “Sonreía”, “Una larga noche”, “Canterurias”, en toda su “Misa Criolla de Bodas”, etc. … Recuerdo las horas que le dedicaba y le robaba a mi trabajo de profesor de música en un colegio y a mis horas de sueño para escucharla, analizar su melodía, armonía y rítmica… La idea no era copiarla, lo que buscaba era aprender estos ritmos, hasta ahora lejanos y poco amigables, para adherirlos a mi trabajo como compositor…

Entonces pasé a la siguiente etapa que era empezar a crear mis propias canciones con esos ritmos; trabajaba arduamente en varias al mismo tiempo; saltaba de una a la otra, revisaba textos, estructuras, armonías, líneas melódicas. Algunas fueron quedando en el camino, boté mucho material a la basura, algunas se juntaron a otras, las que quedaban las iba grabando y en el proceso de post producción también las botaba si no me satisfacían o si no llegaban a reflejar la idea o imagen o emoción que quería trasmitir… Las que al final quedaron fueron mezcladas y masterizadas… en algunos casos aparecieron en mis CDs… De todas ellas LIMA era la que, acompañada de una armonía sofisticada, tenía una riqueza lírica especial que me había permitido reflejar la relación que tengo con mi ciudad, sus habitantes, sus tradiciones, su televisión, sus procesos electorales, sus candidatos, sus electores, su prensa, etc. Por eso cuando convocaron a este FESTIVAL CLARO III – (2010) la envié a participar con muchísimo cariño como quién lleva a un hijo a su primer día de clases.

Como consideraba que “LIMA” no tenía el ají criollo que suele caracterizar a este género; la envié a participar en el género: CANCIÓN… lo que pretendía era que el interés de los jueces se centrara en las letras y melodías… Dos meses después de haberla enviado recibí una feliz llamada en la que me informaban que LIMA había sido seleccionada, entre más de 2,000 canciones participantes, como una de los 18 finalistas pero que había un pequeño inconveniente: pues el jurado había decidido cambiarla del género al que yo la envié (CANCIÓN) al género: CRIOLLO (son 6 categorias y cada una tenía 3 finalistas; en total 18 finalistas)… No tomé importancia a este detalle porque era la primera vez en mi vida que participaba de compositor en algún concurso y la primera vez que recibía el honor de ser seleccionado a una final y con eso mi corazón latía feliz…

Procuré mantener la calma y preparar la canción para la ocasión… me permitían añadir otro cantante (un buen intérprete), músicos, voces, bailarines, etc… me ofrecían hacerme los arreglos musicales y la orquestación para el festival… pero poco a poco fue primando en mí las ganas de hacer la versión que tanto trabajo y horas de dedicación me habían tomado… la versión que había grabado y que era producto de la adaptación y adherencia le los ritmos costeños a mi música. Decidí entregarle al director mis arreglos para que el marco musical, desde la fosa del escenario, me acompañara y estar en el tabladillo solo con mi piano… Sabía que iba a ser el menos CRIOLLO de la categoría CRIOLLO… pero sabía que iba a ser YO…

La espera era interminable y los días y horas previas habían logrado ponerme nervioso y me habían hecho disponer mentalmente del supuesto premio que podría ganar (US$ 15,000.00)… Había pensado en comprar un carro para pasear con los chicos los fines de semana, ahorrar para las matriculas del siguiente año, cancelar mis deudas, ayudar a mis hijos en lo que necesitan… Los ensayos con la orquesta del festival fueron muy buenos por contar con el apoyo incondicional y el talento infinito del director, de todos los músicos de primer nivel, de los coros…

Y llego el día VIERNES 17 de Setiembre a las 9:00 p.m. Los maestros de ceremonia, Marco Zunino y Katia Condos, me llamarón al escenario; Lucho (mi asistente) me dio un abrazo y salí con mis nervios vencidos por la certeza de saber que estaba siendo consecuente conmigo… Camino al escenario y con el público delante de mí, recordé las horas escuchando a Chabuca Granda, estudiando el landó y el vals, letreando, ensayando, grabando, borrando, volviendo a empezar, etc. Me senté en el piano y pensé en Chabuca Granda y al micrófono dediqué la canción a todos los músicos y cantautores anónimos que con esmero se esfuerzan por crear un lenguaje propio, sacrifican a veces su bienestar y construyen con su obra los cimientos de la NUEVA MÚSICA PERUANA…

Disfruté como nunca interpretar mi “LIMA” al piano, a viva voz y bien acompañado… recordé la sonrisa de mis hijos, el amor de mis padres, el apoyo de mi esposa y la canté con huevos, entregándome, dando lo mejor de mí; totalmente convencido de mi sinceridad artística y agradecido por la oportunidad de poder hacer, en un escenario tan importante, lo único que sé hacer bien: ser YO MISMO…

Cuando terminé mi participación fui a esperar al back-stage mientras los otros dos finalistas de CRIOLLO hacían su intervención… ellos si sonaban a CRIOLLO… ambos hicieron un trabajo magnífico y mientras los escuchaba me sentí orgulloso de compartir la categoría con ellos… Inmediatamente después fuimos, los tres finalistas del género CRIOLLO nuevamente llamados al escenario para recibir los resultados… Un redoble de tambor se oía mientras abrían el sobre con la decisión final de los jueces y experimenté en carne propia el delicioso vértigo que tantas veces había visto en los programas de concursos… “y la canción ganadora es: CLAUDIA LUCIA de Carlos Ardiles!!!”… Bravo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!... Miles de aplausos del público……

Si… perdí… pero ganó una gran canción… una canción con una excelente interpretación y acompañada de una preciosa puesta en escena que incluía a la niña protagonista e inspiradora de la misma: Claudia Lucia, campeona de marinera, bailando después de haberse recuperado de un coma a causa de un accidente… Felicité al ganador y salí del escenario con un sentimiento nuevo para mí… era una mezcla de tristeza con desilusión por la derrota y una alegría infinita de haberme sentido realizado sobre las tablas siendo totalmente consecuente con mi lenguaje musical y de esa manera renovando mi compromiso y respeto con la música… mi música…

Agradesco a la vida todo lo vivido y espero seguir viviendo cosas tan enriquecedoras como las de ayer… Y aprendí que mi música ya es solo mía… también es de mis hijos porque ellos, cuando crezcan, la escucharán y sé que encontrarán a su papá ahí, a su viejo que muere por ellos, mostrando el alma y enseñándoles que hay que ser íntegro hasta cuando se hacen canciones.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Acerca de las palmadas de la marinera (o el motivo de hacer canciones)…


Siempre me sentí extraño cuando la gente empieza a palmear la marinera… Por más que no estén conectados con la música empiezan a hacerlo como quien desea estar a tono con la ocasión o no sé…

Lo tome como ejemplo de la alienación (asi se dice???) que consiste en ese instinto inherente al ser humano de enrolarse en la causa de las masas, identificarse, agruparse en manadas no solo para ocupar un espacio sino para sentir lo mismo que siente la mayoría… Cuando mi hija ve “Lazy town” (programa infantil emitido en Discovery Kids) hay dos personajes; por un lado está “Sportacus” que es el bueno: amigo de los niños, deportista, baila, es feliz en las fiestas, ordenado, colaborador y come dulces sanos (manzanas y frutas). Por otro lado está “Robbie Rotten” que es el malo de la serie y que tiene como principales características: le molestan los niños jugando y haciendo ruido, no le gustan los deportes, no se divierte en las fiestas, siente envidias, disfruta dormir, prefiere la soledad y es vengativo… Desde chiquitos nos crean un molde que sirve para los que viven instintivamente pero no para los que se cuestionan todo… que no somos pocos ni tampoco gozamos de más inteligencia simplemente somos así…

Por más que intenté ser de la mayoría exclusiva nunca lo logre y no porque fuera de la mayoría común sin posibilidades de “ascender” en ese campo sino porque no tengo ni tuve madera de hombre social… Desde que acepté que no disfrutaba de las fiestas, ni de las corbatas, ni de los matrimonios, ni de los perfumes, ni de la ropa, ni de los carros, ni del pisco, ni del whisky (ajjj), ni de tener jefe, ni de pertenecer a un club, ni de los showers, bautizos, postales, listas de novios, amigos secretos, ni de los planes, ni de las conversaciones por amabilidad, ni de los consejos, etc. empecé a ser más feliz con lo que realmente me importa ser feliz: conmigo mismo… Y así empecé a adherir cómplices y aliados a mi causa: mi mujer, mi hija, mis gatos (q ya se fueron), etc.

Solitarios e individualistas hasta el punto de no necesitar verme bajo el uniforme de la mayoría para aceptarme porque me conocieron sin uniforme; solo con mi piel… Ojo: no me considero una joya especial ni un genio y menos un hombre extraordinario con una diferencia que es y será su atributo artístico diferenciador…. Solía sentir eso hasta que nació mi hija y me dejé de huevadas con los demás y conmigo mismo por supuesto…

Las palmas de la marinera nunca me picaron en las manos porque nunca me picaron en las entrañas… Lo único que me pica en las entrañas es no perderme de vista en este medio adverso para los individuos individualmente individuales (ojo: no solitarios… porque de eso hablaremos en otro momento…)

lunes, 15 de marzo de 2010

Los rollos con los padres...

Antes de empezar debo aclarar que mis padres, teniendo motivos más que suficientes, jamás me pegaron… Pero eso no fue suficiente… Y es que uno piensa que los rollos con los padres son propiedad de los adolescentes o de los inmaduros…Solo que debemos tener claro que la adolescencia la sufrimos hasta viejos (si nos referimos a adolecer) y la inmadurez es eterna…

Yo tuve un padre dominante, con valores muy distintos a los que tengo; un padre que se formó en un mundo que no fue mi mundo; un inmigrante. El, como todo padre, quiso lo mejor para mí y en su intento por lograrlo me hizo sufrir lo que no quiero que mis hijos sufran: incomprensión.

Él también tuvo un padre que lo marcó y le hizo daño… vino solo y muy joven a Lima pero aún así se abrió paso gracias al estudio, al trabajo y a sus habilidades con el futbol… Tuvo todo en contra y creó una forma de seguir adelante… Las condiciones adversas y la vida dura no le dieron tiempo para ambigüedades; es así que desde niño escuché sus enseñanzas de vida: “a las drogas ni de broma”, “hay que romperse el lomo trabajando”, “sé el mejor en lo que haces”, “sigue una carrera seria”, “solo existen hombres y mujeres”, etc.

Cuando era niño fue fácil: el demonio era mi hermano mayor y las reglas eran fáciles de seguir y el amor de mi hogar me bastaba para ser feliz… Pero en algún momento la felicidad no me hacía feliz, intentaba la vieja formula: seguir las reglas… pero ya no resultaba…

Un buen día la música se cruzó en mi camino y comenzó la doble vida que viví por 15 años… La guitarra y el papel se convirtieron en una pasión secreta… Era el espacio donde desparramaba mi esencia con toda su cojudez, con sus dudas, con su ternura, con su pose, etc. Un espacio lleno de canciones con melodías, armonías y letras poco originales, pero que al fin y al cabo era un espacio para mí…

Por otro lado tenía una madre amorosa, un padre con expectativas, un hermano MAYOR, una hermanita cómplice y fácil de engañar y siempre una enamorada de su casa, que quería ir a discotecas conmigo, quería que sea amigo de sus amigos de la universidad, visitar a sus primas o conversar hasta tarde… Yo no veía las horas de escaparme a los ensayos con mi banda, de estar a solas con los Beatles, de escribir mis canciones, etc.

Recuerdo por esos años que estaba por terminar el colegio y recibía consejos de todos lados con respecto a mi futuro profesional… Nadie se perdió la oportunidad de decirme lo que me convenía: la abuelita, las tías, los tíos, mis padres, mi hermano, las mamás de mis amigos, alguna suegra, etc. Por ahí recuerdo que un imbécil, primo mayor de mi linda enamorada, me dijo: “piensa compadre por que sino vas a estar pateando latas…”. Claro, la música fue, es y será algo incierto, un camino sin barandas (ahí radica su dulzura): no había donde estudiar, no había alguna manera conocida de sobrevivir cantando y mis nulos argumentos para defender lo que quería hacían ver un salto al vacío en mi posible carrera musical… Recuerdo bien los chantajes emocionales de mis padres que me hablaban del sacrificio que hacían para educarme con su sueldo de maestro, y sentía mucha pena… Terminé el colegio y para hacer feliz a todos y lograr un poco de aire para seguir con mi música estudié e ingresé a la universidad, vinieron mis tíos y mis primos a celebrar, me dejé cortar el pelo, asistí a una celebración que hizo mi tío en mi honor; todo era felicidad y creía que con un poco de esfuerzo podría ser feliz con mi doble vida…

El esfuerzo me duró una semana de clases… No volví a la universidad nunca más… Extrañaba mi guitarra todo el día y ahora al fin le daba todo el día… Pero no sabía que más hacer… Mi padre debe haber sufrido una decepción muy grande y no supo o no quiso saber como impulsarme en la música… Recuerdo a mi madre que un día me saco de la casa a empellones, me llevo desesperada en un taxi y me matriculó nuevamente en una academia pre universitaria del centro de Lima… Nunca fui… En cambio descubrí, en ese viaje sorpresivo, el Museo de Arte de Lima donde empecé mis clases de canto junto a otros 50 alumnos…

Mi padre no intento ayudarme, mas bien, intento persuadirme de dejar la música a toda costa… Un día, durante un desayuno familiar, sacó sorpresivamente mi cuaderno de letras y empezó a leerlas en voz alta… Fue un shock, una vergüenza: mis canciones fuera de contexto, mi alma fuera de contexto delante de los demás, leídas en un tono estúpido que las ridiculizaba… Me paralicé y esperé a que terminara; escuché su comentario de desaprobación y no lo perdoné jamás… Como una ironía de la vida, recibí una muestra inesperada de apoyo por parte de mi hermano MAYOR que me dijo algo así como que mis letras estaban buenas pero que tratara de no repetir mucho la palabra “porque”… Aún considero eso como una de las muestras mas lindas de amor de su parte…

Los años pasaron y las enamoradas también: una tras otra y ya estudiaba música… Quería salir de la casa de mis padres y cuando surgió la oportunidad desistí para no dañarlos… Ya tocaba con distintas bandas, ya cantaba mis canciones delante del público… Mis enamoradas parecían cortadas por la misma tijera con respecto a sus costumbres y sus expectativas y eran parte de mi necesidad de complacer a mi sufrido padre y a mi amorosa mamá… Pero mi vida secreta se desbordaba y encontraba su espacio en mis canciones sórdidas y en mis relaciones paralelas… Siempre tenía una relación secreta con la mujer que no presentaría nunca a la familia pero que favorecía mi creación musical, con la que compartía las conversaciones interminables de madrugada, los libros, las canciones, etc.

Un buen día, al finalizar un proceso de profundo desamor corté con mi doble vida sentimental para siempre… Me enamoré de verdad y dejé la casa de mis viejos sin pena… Le rompí el corazón a mi mamá, mi padre que hasta ese momento me había catalogado de débil se sorprendió y no obstaculizó mi salida… La pareja que tenía no era el mejor partido para mis padres pero no importaba nada de eso… Nos mudamos lejos, lejos… No dejamos entrar a nadie a nuestra casa; las visitas de mis padres eran muy poco frecuentes… Cuando empezaron los problemas con ella empecé a vivir solo y pase por un proceso de maduración necesario… Hice mucha música y saqué dos CDs. Me dediqué a vivir emociones fuertes y probé todo tipo de experiencias sobre todo las que mi padre me había prohibido…

Una noche después de muchas idas y venidas volví con mi pareja, ella quedó embarazada e iniciamos la transición a una relación con hijos… Unos meses después nació Almudena: mi primera hija; y un tiempo después Caetano: mi segundo hijo… y sentí que se caía un velo trasparente que no me había dejado ver lo que realmente sucedía dentro de mí… Esa búsqueda incansable, esa insatisfacción constante, esa necesidad de escapar, esa rabia que corroía mi alma, esa búsqueda de éxito o reconocimiento eran por falta de comprensión… Todos los secretos excesos que había cometido habían sido como bombas destructivas que guardaba en un arsenal en contra de mi padre; mi necesidad de complacerlos o de llamar su atención había desaparecido…solo importaba el amor…ya no necesitaba demostrarles que mi camino era correcto, ni que mis decisiones y acciones eran las indicadas… Solo importaba ser feliz a mi manera porque, cuando nacieron mis hijos, una parte del hijo que yo era murió… Deje de esperar la comprensión que nunca me gané y empecé a hacer las cosas solo por amor…